“Oye,
hijo mío, el silencio.
Es
un silencio ondulado,
un
silencio,
donde
resbalan valles y ecos
y
que inclinan las frentes
hacia
el suelo.”
FEDERICO
GARCÍA LORCA
La
sangre acarició mi cuerpo destrozado,
Mi
corazón no late al escuchar tu nombre.
Y
más que nada, me falta nuestro suplicio,
me
faltan todos los poemas que besabas en mi piel;
me
faltas tú con
los alaridos en silencio.
Te
oculté en una copa profunda de licor
y
te lloré los océanos de toda mi vida.
Allí
donde las estrellas bailaban con planetas;
allí
en el agujero donde nos fundimos en amor
libramos
todo lo que en nuestras almas murió.
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