“Juventud,
divino tesoro.
¡Te
vas para
no volver!
Cuando
quiero llorar no lloro,
y
a veces lloro sin querer.”
RUBÉN
DARÍO
UN
LAPSO DE INOCENCIA
Juventud,
lapso
de un estallido de maniáticos colores.
Los
cromos del iris de la niña de la rosa, colorados,
porque
alguien no se deja ver; porque el perverso
atentó
fijado a su inocencia, y no se siente.
La
rosa era delicada e impertinente.
Menos
mal que la divierte la opacidad sobresaliente,
mas
su risa era histérica y causaba euforia.
La
rosa entraba en pánico, las paredes la retenían.
¿Cómo
podía ser inconsciente? A un loco no lo quiere el
diente.
Quizás,
el perro desentierre la rosa, y luego, con ella juegue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario